Hace ya casi dos meses que se anunció la distribución de los fondos europeos en Bruselas para todos los países miembros. La noticia en si misma fue bien acogida por todos los agentes sociales, sindicatos, patronales, empresas. Ahora bien, España históricamente, sin excluir gobierno alguno, no ha gestionado bien los fondos europeos que hemos conseguido con anterioridad. En concreto, apenas ha gastado el 34% del dinero disponible durante el anterior Marco Financiero Plurianual (MFP), que es el presupuesto de la UE a largo plazo, y que es el que se ha renovado por otros siete años tras la última cumbre del Consejo Europeo.
En esta ocasión, debemos de ser lo suficientemente ágiles, y crear las estructuras adecuadas para que la irrigación de los más de 140.000 millones de euros de la Unión Europea (UE) lleguen al mercado y tengan un efecto inmediato en la economía española.
Para ello, debemos de tener en cuenta varios aspectos. Por un lado, cuales deben ser los fondos, que deben de servir de apoyo a la economía doméstica, como se gestionan, los ámbitos y sectores de actuación así como los beneficiarios de los mismos.
La situación mundial es preocupante, ya no por la gestión sanitaria del COVID19, sino por la crisis económica que esto va a dejar en los próximos años. Es vital estar preparados para que el tejido empresarial pueda tirar de un carro complicado, una vez que finalicen los ERTES, se produzcan ERES y despidos.
Debemos de atajar las rigideces administrativas sin menos cabo para la buena gestión y fin último de los fondos, lo que supone que además de que el Gobierno Central asuma el liderazgo las comunidades autónomas asuman sus responsabilidades en la pobre ejecución de los fondos.
De esto depende el futuro de al menos dos generaciones, seremos más pobres, pero intentemos ser lo menos posible por la buena gestión de las oportunidades que se nos dan.
Seremos capaces, o volveremos a tener chiringuitos para el uso de los fondos.
